sábado, 12 de octubre de 2013

Iquitos. Marrón, verde, azul.

Quizás por que echaba de menos las botas de montaña, los pantalones manchados de barro y caminar bajo la lluvia la selva me vino tan bien.


























Un viaje extraño, casi forzado por que en realidad tendría que haberme ido la semana anterior con mis compañeros de casa, pero al final me fui sola, en un grupo en el que no conocía a nadie.


























La selva es el mercado de Iquitos lleno de comidas que nunca habrías esperado ver en un plato y de gusanos asándose a la brasa; el río Amazonas, marrón e inmenso con sus barcos de transporte y de pesca, con casas altas a los lados para evitar  las inundaciones. La selva es las hamacas colgando de mi lounge, o las mosquiteras de los cuartos.

En la selva sigue habiendo casas con letrinas o con duchas manuales (por que si quieres ducharte tendrás que subir el agua a bidones hasta el techo), hechas de madera, con techos de palmera trenzada y sin apenas paredes por que con calor no hacen falta.
























Quizás por eso el mundo es más vivo, más real. Ir por la noche a cazar tarántulas y las tímidas cosquillas de estos "bichitos" cuando pasan de una mano a otra o las víboras mortales que tu guía te dice: "¿quieres cogerla?".



El primer impacto para mi fue la piscina de pirañas, y los caimanes, de esos que saltan un metro cuando la valla es de poco más de metro y medio. La foto con los loros o los peces inmensos, paiches, que abren la boca y absorben el agua de su alrededor.





















La selva impacta con sus árboles inmensos, sus lianas gigantes y los baños en el río, con barro incluido. La lluvia que llega como un muro de agua, los atardeceres imposibles, y pescar pirañas algo casi imposible. Pero los monos son divertidisimos y nada como la sensación de usar una boa como bufanda, al menos durante un rato, o los perezosos con esa cara de sueño preciosisisisma.





En fin  volveré a la selva, no se cuando, no se como, pero volveré a caminar bajo el verde inmenso, bajo la lluvia, de barro hasta las rodillas y con las botas de plástico llenas de agua, a jugar con los monos y  a la agradable sensación de descansar en un bote que surca que río más largo del mundo.














Lo mejor: el río nadar un rato en la orilla y llenarse de barro; y las caminatas en la selva.








Lo peor: Iquitos es muy, muy inseguro, ¡cuidado con las cosas!






Un Consejo: Llévate comida y agua por si acaso te da hambre a horas raras, o no tienes agua a mano, es importante. Cuidado con los monos, saben abrir mochilas y robarte la cartera de los bolsillos. Unos pantalones que se sequen rápido pueden salvarte la vida. IMPRESCINDIBLE: anti-mosquitos potente, a ser posible comprado en una farmacia y especial para la selva, los normales no  hacen casi nada.





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